Las habitaciones de un edificio Gründerzeit en Paul-Lincke-Ufer, de más de 100 años de antigüedad, fueron cuidadosamente renovadas por la diseñadora Karolina Preis y el restaurador Frank Spindler y amuebladas con muebles hechos a mano y antigüedades seleccionadas.

Destaca especialmente el jardín verde, que ofrece un refugio acogedor incluso cuando llovizna, bajo un generoso toldo de época.